domingo, 24 de marzo de 2013

UN CUENTO ENJAULADO



LA JAULA VACIA

 Me atormentaban tanto mis amigos
con sus frases repetidas hasta el hartazgo:
“¡No puedes tenerlo prisionero!”
“¡No eres quien para privarlo de su libertad!”
“¡Él nació para ser libre!”
Que un día casi sin pensarlo,
abrí la puerta de tu jaula.
Y volaste los vientos en todas direcciones.
Y te perdiste detrás del arco iris en un cielo infinito.
Y me quedé muy triste sin el canto
de todas las mañanas, o el de
las tardes a la hora de la siesta,
o el de las noches cuando a veces
cantabas.
Y lloré amargamente con la jaula vacía.
¿Qué sabían aquellos que tanto criticaban,
que eras mi única grata y alegre compañía?

Cuando abría las ventanas mañana
tras mañana, veía el verde follaje
de los árboles del parque y
oía el bullanguero chillar de los gorriones.
Pero faltaba tu canto.
Hasta que una clara mañana de cielo azul celeste,
al despuntar el sol con sus
destellos de oro, viniste de visita
con toda tu familia.
Recuerdo tus pichones
que apenas volaban y piaban muy fuerte
y la belleza de tu hermosa compañera,
que imitaba tu canto.
Quisiste estar presente ahí, frente
a mi ventana y con tus dulces trinos
darme la hermosa serenata de tu adiós.

Ricardo Juan Sabugo
      31/7/2003
FOTO: iabogado-com