15 de julio: San Buenaventura
San Buenaventura, nació como Juan da Fidanza
en Bagnoregio, Italia en 1221 y falleció en Lyon, el 15 de julio de 1274. Fue
uno de los más grandes genios de la teología católica y humilde servidor de sus
hermanos.
Estudió en la Universidad de París, bajo la dirección del maestro inglés
Alejandro de Hales. De 1248 a 1257 enseñó en esta universidad Teología y
Sagrada Escritura. A su genio penetrante unía un juicio muy equilibrado, lo que
le permitía ir al fondo de las cuestiones y dejar de lado lo superfluo.
Durante los años que pasó en
París, compuso varias de sus obras, mientras luchaba por superar sus escrúpulos
espirituales. En 1257, Buenaventura fue elegido superior general de los
frailes Menores. No había cumplido aún los 36 años y la orden estaba desgarrada
por la división entre los que predicaban una severidad inflexible y los que
pedían que se mitigase la regla original. El joven superior general escribió
una carta a todos los provinciales para exigirles la perfecta observancia de la
regla y la reforma de los relajados. En 1260 comenzó a escribir sobre la
vida y obra de San Francisco de Asís.
El santo gobernó la orden de San
Francisco durante 17 años, por eso se le llama el “segundo fundador”.
En 1265, el Papa Clemente IV trató de nombrarlo arzobispo de York, a la muerte
de Godofredo de Ludham , pero el santo consiguió disuadir de ello al Pontífice.
Sin embargo, al año siguiente, el Beato Gregorio X le nombró cardenal obispo de
Albano, ordenándole aceptar el cargo por obediencia. Se le encomendó la
preparación de los temas que se iban a tratar en el Concilio ecuménico de Lyon,
acerca de la unión con los griegos ortodoxos.
En el año 1274 se celebro el
concilio de Lyon (o reunión de todos los obispos católicos del mundo).
Terminando el concilio con gran éxito, todo dirigido por San Buenaventura, por
orden del Sumo Pontífice, el santo sintió que le faltaban las fuerzas y el 15
de Julio de 1274 murió santamente, asistido por el papa en persona. Todos los
obispos del concilio asistieron a sus funerales y caso único en la historia, el
Santo Padre ordenó que todos los sacerdotes del mundo celebren una misa por el
alma del difunto.
Un elogio muy especial, el papa
Inocencio V predicó la homilía en el entierro de San Buenaventura y dijo de él:
“Su amabilidad era tan grande que empezar a tratarlo era quedar ya amigos de él
para siempre. Y su unción al predicar y escribir era tan admirable, que
escucharlo o leer sus escritos, era ya empezar a sentir deseos de amar a Dios y
conseguir la santidad”
San Buenaventura se caracterizaba
por la sencillez, la humildad y la caridad. Mereció el título de "Doctor
Seráfico" por las virtudes angélicas que realzaban su saber.
NOTA: Recopilación hecha por
Ricardo Juan Sabugo sobre varias fuentes.
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