lunes, 21 de marzo de 2016

EL CUENTO DE UNA NOCHE CUALQUIERA








UNA NOCHE CUALQUIERA

Estaba yo parado en una esquina sin saber a donde diablos ir, era una tranquila noche de primavera, con una agradable brisa y alumbrada por una media luna que nunca supe si era menguante o creciente.

Empecé a caminar sin rumbo, una cuadra, dos, tres, cuanto caminé , no se, perdí la cuenta.

De repente apareció un bodegón antiguo, un boliche de esos que invitan a pasar, un boliche donde hay más humo que luz, donde hay más borrachos que gente, alguna que otra señorita y todo tiene un sabor más a tristeza  que a alegría.

Entré, me encaminé a la barra, pedí una copa, y al darme vuelta observe cuantos personajes diferentes tenía a mi alrededor, pensé; qué vendrá a buscar aquí toda esta gente.

Viendo sus rostros, imaginé; alguno vino a buscar compañía para no pasar la noche solo, otro algún amigo para pedirle un poco de plata y así llegar a fin de mes, un tercero, un hombre generoso capaz de pagarle un trago al primero que encuentre porque está aburrido de su penosa soledad y alguien que quizá vino a buscar aquí un amor.

Bebí mi copa lentamente, sorbo a sorbo, cuando me disponía a pagar, escuché un disparo, ahí me di cuenta a que había venido.
Entendí perfectamente que había venido a buscar mi propia muerte.

Ricardo Juan Sabugo                                                                                           
    20-3-2016

FOTO: contenidoseducativosdigitales.edu.uy

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