LOS CAMPEONES DE 1950, LA PRIMERA GENERACIÓN DORADA DE ARGENTINA QUE SUFRIÓ UNA CRUEL HISTORIA.
La Selección nacional logró el título en la primera Copa del Mundo, jugada en nuestro país. Una camada que marcaba una era pero que, unos años más tarde, fue suspendida de por vida por una injusta y ridícula razón que cortó con su explosión.
Por Leandro Fernández
El 3 de noviembre de 1950 no es un día más para la historia del básquet argentino. El Luna Park, ese lugar de infinitas hazañas deportivas, presenciaba la consagración de la Selección Argentina en el primer Mundial de todos los tiempos. Se le ganaba nada más y nada menos que a Estados Unidos, por un 64-50 que ponía a nuestro seleccionado en lo más alto. Lo instalaba en la elite internacional. Le permitía decir que el enorme trabajo realizado en la previa había valido la pena. Era tocar el cielo con las manos, el punto top de una historia tan dulce como cruel.
Aquel equipo del profesor Jorge Canavesi fue la primera Generación Dorada de Argentina. Un conjunto que tenía los mismos valores que 50 años más tarde empezarían a verse en el grupo de Manu Ginóbili, Luis Scola y compañía. El trabajo y la constancia para encarar los procesos, el sentido de pertenencia, la química de un grupo de amigos, de hermanos de camiseta, la solidaridad absoluta, la suma de las individualidades para el bien colectivo.
Era el equipo de Oscar Furlong (goleador en la final con 20 puntos), del capitán Ricardo González y del resto por igual. De Roberto Viau, Rubén Menini, Juan Uder, Omar Monza, Alberto López, Pedro Bustos, Hugo Del Vecchio, Leopoldo Contarbio, Raúl Pérez Varela y Vito Liva. Era el equipo de todos. Un grupo de amigos, aquella banda del Club Palermo que empezaba a hacerse grande en la escena internacional.
¿Se imaginan a Ginóbili, Scola, Nocioni y compañía siendo suspendidos de por vida después de Atenas 2004? ¿Se imaginan que se corten sus carreras de manera abrupta, sin una razón lógica que lo justifique, en el punto más alto de sus vidas deportivas? Imposibe, ¿no? Bueno, eso le pasó a la generación de campeones de 1950. Fueron despojados de su sueño, de su motor, de su manera de vivir y sentir el deporte que amaban.
A comienzos de 1956, la "Revolución Libertadora", una dictadura que derrocó al gobierno de Juan Domingo Perón en el país, comenzó a investigarlos por una motivo ridículo: los acusaron de profesionalismo, en épocas donde el deporte era amateur. ¿La razón? Los jugadores habían recibido un permiso de Perón para importar un auto de regalo. Y como todo lo que olía a peronismo era mal visto, no hubo vueltas y se los suspendió de por vida. Una daga al corazón que jamás pudo ser reparada.
NOTA Y FOTO: ar.nba.com
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