LUNA LLENA
Era una hermosa noche de luna llena.
El la llevaba tomada de la mano, caminaban lentamente por
parque, se sentaron en un banco para observar el firmamento.
Esa noche la luna contrastaba majestuosa con el azul negro del
cielo y el titilar de las estrellas.
De pronto, mirándola profundamente a los ojos, le dijo:
-Lucia, ¿te acordás de la primera vez?
¡Como no recordarlo, Juan! Esa noche fue muy importante
para mi.
-Es que ha pasado tanto tiempo, Lucia…¿te acordás de todos
los detalles?
-Por supuesto, Juan, estábamos sentados en este mismo banco
y vos me dijiste: “No tengas miedo, todo va a suceder tranquila-
mente” Y vos, ¿Qué recordás?
-Ay, Lucia, me acuerdo que pasaban los minutos y el parque se
iba quedando desierto. Te pedí mucho coraje, te dije: “Voy a
hacer de vos una mujer, una mujer de temple, con mucho valor,
una mujer importante”.
-Así fue, pasaban los minutos y como si fuera hoy recuerdo que
me pedías una y otra vez que no tuviera miedo, que compartiera
todos tus secretos, que nada sería igual a partir de esa noche.
Y tenias razón, Juan, mucha razón . Ahora soy yo quien te pide
que recuerdes el momento más importante. Por favor, Juan.
-Bien, la luna brillaba más que nunca esa noche. Estábamos los
dos solos en el parque. Recuerdo la suave brisa, el canto de los
grillos.
De repente, salté del banco y quedé parado enfrente tuyo.
Me arrodillé y puse mi cabeza en tu regazo, ahí fue cuando te dije:
“Voy a convertirme en tu hombre”. Y, levantando lentamente la
cabeza, agregué la última palabra:
“Voy a convertirme en tu hombre ¡lobo!”.
Ricardo Juan Sabugo
15-7-2002
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