lunes, 12 de marzo de 2012

VIEJO ORGANILLERO

VIEJO ORGANILLERO


EL ORGANITO
por Néstor Pinsón y Julio Nudler

Se trata de un instrumento portátil, que reproduce una melodía cuando, accionado mediante una manivela, gira su cilindro dotado de dientes o púas, pulsando unas lengüetas. Lo había de diversos tamaños y características. Se lo cree originario de Italia, aunque a la Argentina también llegaron ejemplares fabricados en Francia, Polonia y Alemania.

La música era grababa en el cilindro, hecho de madera o cartón. Sólo un músico podía realizar la tarea, ya que debía adecuarse la melodía a la escala del organito. También era preciso lograr que la misma velocidad de rotación de la manivela permitiera que sonasen igual de bien una polca, un vals o un tango. En un mismo cilindro podían registrarse entre ocho y once piezas.
En Buenos Aires se destacaron los organitos (u organillos) de las marcas "Rinaldi-Roncallo" y "La Salvia". Los hermanos La Salvia se adjudicaban haber sido los primeros y únicos constructores locales. Su abuelo habría llegado al país en 1875.
El organito fue un gran difusor del tango a fines del siglo XIX y principios del XX, pues llegaba a un público popular que, antes de la radiofonía, no podía acceder fácilmente a la música. Su sonido sabía además atravesar discreta pero efectivamente zaguanes y ventanas de casas "decentes", cuyos moradores eran indiferentes sólo en apariencia a ese tango que aún cargaba con su estigma de música prohibida.

Además de atraer con su música, los organitos eran también augures ambulantes, que predecían la suerte a cambio de una moneda. Aquella dependía del pico de una cotorra, que extraía el vaticinio preimpreso ante la ávida y crédula mirada de la muchacha que entregaba el níquel. En 1965, en la ya desaparecida revista mensual "Leoplán" se publicó un reportaje a un organillero, que dijo llamarse Don Rafael y contó que la llamada cotorrita de la suerte era un invento argentino.

FOTO: todotango.com
NOTA: Extracto de la nota de todotango.com

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